Saturday, March 14, 2009

Buenas noches


Damas y caballeros, en vista de que tengo lo que parece ser un pedo auto-destructivo porque se que me debo parar temprano pero me niego a irme a la cama, he decido postear [por segunda vez] hoy. Es un post más decente que el de hace rato porque no siento que alguien me vigile ni que me vayan a regañar por no buscar cosas de Allan Poe.

Como post mal planeado pero que será escrito con calmita [por la negación a dormir] hoy hablaré de mi muñeco de la infancia: Beto. Resulta que, en todo el pedo de la mudanza estoy pensando en sacar el mueble que va con mi cama, me parece muy estorboso y mi cuarto nuevo luvce muy pequeño como para transferir todo lo que hay en mi cuarto actual, entooonces quería sacar el muebelese gigante de mi cuarto, pero ah problema! reuslta que en la parte superior de ese mueble están todos los muñecos que han sido recolectados desde hace unos seis o siete años.

Hace seis o siete años me deshice de prácticamente todo muñeco que tenía [Cabbage Patches, Pinocho, Mickey & Minnie y demás], los únicos muñecos que sobrevivieron la matanza fueron los dos o tres Elmos que para ese entonces tenía y Beto. Bueno, han pasado los años y esos dos o tres Elmos se han vuelto unos diez, y ahora tengo muñecos de los Simpson [cabe mencionar que todos han sido comprados por mi papá, a mi me gustan pero no cómo para gastar mi varo en muñecos, y asumo que mi papá siendo el único hombre entre tres hermanas creció con la idea de que los muñecos eran de viejas y por eso siempre que compra me los da a mi] y Beto.

Aquí Beto con su vestuario original, un mameluco gris cuyo fieltro ya no funciona y que tiene un hoyo atrás por dónde le sale la cola.

En lo que va de lo que escribo este post he llegado a la conclusión de que Beto fue el perro y hermano que nunca tuve porque nunca me dejaron [Bueno, tuve un perro maltés que regalamos y quise un hermano hasta como los tres años que mi mamá me dijo que tendría que compartir mis juguetes si tuviera uno]. Entoonces el chiste era que Beto me acompañaba a todas partes, si íbamos a Tolcayuca yo lo llevaba con una mini maleta de ropa [que incluía sweateres, una camisa de buhitos, calcetines y no se qué más madres], cuando me iba de campamento lo llevaba conmigo [pero sin su maleta] y dormía con él. Era la costumbre, ya me había acostumbrado a dormir semi-recargada en su panza dura, no lo podía dejar ir [uy, y ahorita me acuerdo que en un campamento una vez fueron a medirme en la madrugada y yo tenía hipoglucemia, y en mi debraye de hipoglucemia dejé el jugo que me habían dado para tomar "recargado en la rodilla de Beto", sí, como si las rodillas cargaran cosas y como si Beto tuviera rodillas, jajajaja].

En algún punto de la vida lo llevaba a por la calle [aquí, no cuando íbamos de viaje] y lo bajaba del coche y lo ponía en los sillones ajenos y bla, y en uno de esos días mi abuela lo vió topless y le cosió la panza, tenía una herida semi-mortal. Luego pasó el tiempo y se le cayó uno de los hilos qye tenía en la mano, y ahí hice un pancho porque íbamos en el coche a Tolcayuca, la hermana de mi abuela iba con nosotros, y tenía el hilo descosido de un lado [no un hilito, era del ancho de un estambre como para marcar los dedos]. La hermana de mi abuelo lo vió y se le hizo lógico jalar el hilo, no, no, no, no, no, fue uno de los grandes emputamientos de mi niñez. Yo le arrebaté a Beto, junto con su hilo suelto y se lo metí al bolsillo de la camisa de búhos, evidentemente se perdió el hilo [gran parte de la culpa fue porque yo me negué a exponer a Beto a una cirugía tan delicada en Tolcayuca, quería esperar a que regresáramos a casa y mi mamá tuviera todo su costurero a la mano y lo hiciera con calma y con cuidado].

Ya luego crecí dejé de cargar a Beto por la calle, luego dejé de llevarlo conmigo de vacaciones, luego dejé de recargarme en su panza dura en las noches y un día sin darme cuenta, Beto ya no estaba más en mi cama, había pasado a ocupar un lugar más con los demás muñecos. Muy mal, pero el chiste de todo este pedo era que si tuviera que sacar los muñecos me negaría a deshacerme de Beto, es que Beto tiene mi edad, Beto existe [aunque sea arriba de un mueble] desde que yo tengo memoria y pues no, uno no puede deshacerse así de uno de los pocos objetos que uno ha tenido desde que estaba en el útero.

Oh no, la mudanza sólo acarrea nostalgias de mi niñez en la que mi única responsabilidad era empacar la maleta de Beto.

1 comment:

Espaciolandesa said...

Qué bonito post.

Tu última frase ilustra perfectamente esa transición entre el mundo de los niños, sin mayores responsabilidades, y el de los adultos.

Lo del fieltro de Beto que ya no sirve se puede arreglar (creo que te refieres al velcro ¿no? esas tiras como con pelusa de un lado y piquitos de plástico del otro, que las juntas y se pegan. En Modatelas o Parisina lo encuentras) le podrías hacer un traje nuevo :P

Como bien dices, son pocas las cosas que lo acompañan a uno toda su vida y te encariñas, pues... y por eso creo que Beto se lo merece n_n