Monday, January 04, 2010

Entregué

Ya los dos últimos ensayos de mi vida under-graduate universitaria, eso es claro, si todo sale bien y paso. Los entregué, salí, me compré un café y me senté con la Vasha a un lado fumándome un cigarro en silencio, y es que me cayó el pedo de que toda la universidad ya se acababa. Y sorprendentemente me puse triste.

Me escurrieron pocas lágrimas mientras íbamos en el coche (y es que ahora soy más chillona para la vida cotidiana y menos chillona para la tele y películas), mini, pero escurrieron. Y es que está bien triste dejar la universidad. No es como en las películas gringas que es la graduación y todos avientan el gorrito y se abrazan y lloran porque ya no se van a ver. Yo no aventé nada ni abracé a ningún compañerito porque en realidad los compañeritos cambian cada clase, y con quienes me llevo bien pues se los seguiré viendo o seguiré hablando con ellos. Lo triste para mi fue dejar la universidad.

Me tomaba el café y pensaba era el último que tomaría siendo universitaria (Si todo sale bien como ya dije) y pensé que es triste porque pasé ahí cuatro años. Pensé en lo que había dicho Salva de que el sintió miedo por el ahora qué sigue, pero para mi no fue así, para mi fue un ahora que [y cómo] hago ahora que ya acabé. Sentí felicidad por un momento porque ya no iba a tener que hacer nada [además de la tesis(na)] para la escuela, pero la tristeza me inundó en cuanto vi todo lo que se quedaba atrás así de fácil.

No hay palabras para decir todo lo que me ha dejado la universidad, está cabrón, aún así intentaré hacer lista porque eso pensaba mientras entristecía con mi café y lloriqueaba en el coche.

Ahí aprendí a hacer algo bien disfrutable y eso es cómo leer bien.
Aprendí que hay literatura sobrevaluada caquita, pero que aún cuando es caquita uno debe leerla.
Aprendí que las palabras significan mucho.
Ahí le dí los primeros llegues a un coche [El chevy anterior].
La universidad me dejó el disfrutar el café cargado y sin endulzante alguno.
Me dejó el disfrutar la salsa que antes despreciaba con todo mi ser.
Aprendí que para leer bien uno debe hacerlo en un texto impreso y no en el monitor de la compu porque en el monitor uno no hace notitas y muchas cosas pasan desapercibidas.
Me dejó también el disfrutar fumar, el prender un cigarro y aspirar tan fuerte como se puede para sentir como el humo llena los pulmones. Que si bien no es algo bueno para la salud física, es algo bien bueno para la emocional y es algo que disfruto cabrón.
Ahí me crucé con muy buenos amigos con quienes puedo discutir tetas ajenas, lo terrible que es Toni Morrison o nuestras tesis.
También me crucé con el amor y eso estuvo muy cabrón.
Me crucé con maestros que me hicieron pensar diferente y argumentar mucho.
Sorprendentemente no me crucé nadie que odiara en ese momento.
En la universidad descubrí que no me gusta la mota.
Descubrí que me gusta mucho la poesía isabelina.
Descubría Lindner, a Donne y a Austen.
Descubrí que uno no debe nunca leer traducciones porque nunca son lo mismo (Aún cuando sean de prosa barata).
Descubrí que lo que aprendes no siempre es demostrable.
Descubrí que uno se siente mejor al terminar un ensayo poco tiempo antes de la entrega con un dolor de espalda cabrón que ser la primera en entregar los ejercicios de cálculo que tanto disfrutaba en la prepa.
Descubrí también que poner epígrafes es mi parte favorita de hacer un ensayo, aunque también suelen ser mi parte menos favorita de los ensayos ajenos.

Aún cuando la carrera deja un campo laboral no bonito, no me arrepiento de haberla escogido. Aún cuando tengo un trabajo que disfruto mucho, en realidad lo que hago no es algo que haya aprendido en la universidad; pero si disfruto mucho el trabajo es en parte porque puedo hacer algo que me gusta, y eso es contarle a la gente qué he leído y por que me ha o no me ha gustado, y luego preguntarles a ellos lo mismo [Aunque esto se haga mini].

Durante los cuatro años que estuve ahí me queje de la ineficiencia de muchas cosas, me quejé de que el estacionamiento de mi facultad estuviera lleno de pendejos de otras facultades lejanas [Y que por eso tuviera que hacer fila o irme al estadio], de que nadie hace nada tangible para sacar a los del Okupeche, de que siempre hubo pedos pára inscribirme, de que la biblioteca tuviera un acervo no tan completo o más bien de que los libros siempre estuvieran perdidos, que la gente fumara mota afuera de la Central y nadie hiciera nada para detenerlos, que había varios homeless que luego se acercaban a uno y se ponían a platicar o a tomar cigarros, que varias veces fuera cerrada por gente que ni universitaria era, tales como los de Atenco y recientemente los del SME. Pero acabo de ver que a pesar del quejumbre de todos esos años, después no voy a ser de las personas que salen y se quejan de la universidad y dicen que sigue funcionando mal. No, concluí pienso lo mismo que Modenessi dijo en una clase mientras unos marchaban cerca del salón haciendo ruido. Quiero a la escuela pero me caga en lo que se está conviertiendo (por todos los quejumbres anteriores), quiero a la escuela, pero me molesta la institución.

Un gran argumento de Modenessi era el hecho de que uno sólo se viera obligado a pagar un peso durante toda la carrera, él decía que eso estaba mal y yo concuerdo. Como es prácticamente gratis hay un chingo de gente que va sólo a perder el tiempo, gente que entra a las clases a lo pendejo y que no tienen el más remoto interés de pasarlas porque saben que después igual gratis podrán acreditarlas.

Este es un post muy maricón, pero es que estoy de vacaciones con depresión post-parto de la universidad, y aquí no me llevaron pizza ni me abrazaron ni me dijeron te vamos a extrañar como cuando dejé el servicio social (Lo único otro que he disfrutado y que he tenido que dejar), pero la pérdida se siente más cabrón. Siento que algo me falta porque durante años me he descrito como estudiante de la facultad y sólo hay tristeza por esa pérdida. Siento que gran parte de lo que era ya no lo soy. Y de verdad que tengo miedo del ¿Y ahora cómo?

Si accedí a estas mini vacaciones improvisadas es porque la Vasha me dijo que era para celebrar que ya haya acabado todo, pero después de tomarme el café zapatista y entregar los dos ensayos, descubrí que la nostalgia le gana a la felicidad sentida, y que entonces no hay tantas ganas de celebrar.

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